No hace
mucho tiempo se nos ofrecía como una imagen de modernidad para la derecha en
algunos medios de comunicación, el hecho de que la secretaria general del PP,
María Dolores de Copedal fuese madre soltera y además, por inseminación
artificial. Me gustaría dejar claro que no comparto este tipo de menciones por
considerarlas sexistas. A las mujeres en política se nos etiqueta por
cuestiones que tienen que ver con la imagen o aspectos de la vida privada, y
que en cambio no son tenidos en consideración cuando se habla de los hombres en
política. Pero viene bien recordar esta circunstancia a tenor de la última
medida propuesta por el PP en relación a la reproducción asistida.
El
Ministerio que dirige Ana Mato ha decidido excluir a las mujeres lesbianas y
mujeres solas de los tratamientos de reproducción asistida dentro del sistema
público de salud. El argumento esgrimido es que se reserva para aquellos casos
de infertilidad, entendida como la “ausencia de consecución de embarazo tras 12
meses de relaciones sexuales con coito vaginal sin empleo de métodos
anticonceptivos”. ¿Y las mujeres lesbianas? ¿Y qué pasa si una mujer sola
decide libremente que quiere se madre?. ¿Deberán recurrir de forma impuesta a
mantener relaciones sexuales con un hombre para poder ser madres?.
Ahora bien,
si tienes recursos económicos suficientes podrás ejercer libremente la opción
de maternidad que elijas, como hizo la secretaria general del PP, María Dolores
de Cospedal. La maternidad deja de ser un derecho para convertirse en una
opción a golpe de talonario, por lo que se está negando la igualdad en el
acceso a los recursos a aquellas mujeres que carezcan de recursos económicos
suficientes. La derecha rompe con esta medida un principio básico, el de la
igualdad y la equidad. Para el PP hay mujeres de primera y mujeres de
segunda.
La derecha
habla de la defensa de familia, pero queda claro que no todas las familias son
objeto de los mismos derechos dentro del ideario del PP. La derecha, durante
todo el debate sobre la posible reforma de la Ley del aborto nos vendía la idea
de que había que garantizar el
derecho de una mujer a ser madre. Ahora vemos que no se defienden todas las
maternidades, sólo las representadas por una pareja heterosexual, discriminando
a las mujeres por su orientación sexual, por su decisión de ejercer una
maternidad en solitario y por sus circunstancias económicas.
Nos
encontramos ante una medida que no tiene justificación alguna, que solo
reconoce aquellas maternidades heteronormativas, es decir, entre un hombre y
una mujer. La derecha nos quiere imponer un modelo de mujer y un modelo de
maternidad que no reconoce la diversidad y que atenta contra el principio de
igualdad y no discriminación. Los derechos nunca pueden estar condicionados por
cuestiones morales o ideológicas.
En
definitiva, se trata de una medida discriminatoria y con una carga ideológica
machista y lesbófoba.
Nota: Artículo de opinión publicado en Canarias 7, el 23 de julio de 2013
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=307381
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=307381