En los últimos años se ha ido incrementando la conciencia sobre las consecuencias que la violencia machista ejercida en el ámbito de la pareja tiene sobre los hijos e hijas de las mujeres en situación de violencia de género. La experiencia de trabajo en los recursos especializados ha permitido tomar conciencia sobre el hecho de que los y las menores no son meros expectadores pasivos de la violencia ejercida por el padre o pareja sobre la madre, sino que esa exposición les convierte en víctimas directas de la violencia machista.
Durante mucho tiempo se ha considerado que interviniendo con la madre, trabajando para su recuperación, se lograba también recuperar el bienestar de las hijas e hijos. Este enfoque ha invisibilizado la situación y el impacto que la violencia tenía sobre los y las menores. Se debe trabajar en la recuperación de las secuelas que presentan los niños y niñas expuestos a la violencia de género y se debe trabajar también la recuperación del vínculo de la madre con sus hijos e hijas, que se ha visto afectado en muchos casos, por el sentimiento de desprotección en que han crecido estos menores.
La Ley Orgánica del 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género establece, en su exposición de motivos, que las situaciones de violencia sobre la mujer afectan también a los menores que se encuentran en su entorno familiar, víctimas directas o indirectas de esta violencia. La Ley consigna también su protección no sólo para la tutela de los derechos de los menores, sino para garantizar de forma efectiva las medidas de protección adoptadas respecto de la mujer.
El primer objetivo de esta guía es visibilizar que los hijos e hijas de las mujeres en situación de violencia de género deben ser considerados también víctimas de la violencia machista. No sólo en los casos en los que los menores sufren la violencia física o psicológica de forma directa, sino incluso por la exposición a la violencia ejercida sobre la madre. Los menores pueden ser testigos de la violencia, o incluso aunque no sean testigos perciben las secuelas de la violencia y aunque se trate de evitar la presencia de los menores, las paredes son muy finas y al final la violencia impacta en la vida de los y las menores. La exposición a la violencia machista tiene un efecto negativo evidente en la vida de los menores, en su bienestar y desarrollo. Vivir en una familia donde la madre es maltratada por su pareja significa la exposición a situaciones de opresión y control y a un modelo de relación basado en el abuso de poder y la desigualdad.
No podemos olvidar que en el año 2012 un menor fue asesinado por su padre en Gran Canaria.
El segundo objetivo es ofrecer a las y los profesionales que trabajan directamente en los servicios especializados en la atención a mujeres en situación de violencia de género o bien que trabajan con menores, una herramienta de trabajo y consulta y de apoyo en su trabajo diario, así como facilitar herramientas para la detección, orientación y derivación de menores y mujeres en situación de violencia de género.
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