Las primeras declaraciones de la Ministra Mato ya nos
auguraban cuál iba a ser la línea del PP en la lucha contra la violencia de
género. Para empezar, dejaba de ser violencia de género para convertirse en
violencia familiar, y luego dicen que el lenguaje no es importante. Hay que
llamar a las cosas por su nombre, como dice Celia Amorós, “conceptualizar es
politizar” y no fue casual, ni un desliz inocente el cometido por la
responsable de igualdad del gobierno del PP. El término violencia de género
visibiliza y reconoce que se trata de una violencia basada en el dominio y la
desigualdad, una violencia que sufre la mujer a manos de un hombre, una
violencia que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo y más allá del
ámbito en el que se produce, que no es exclusivamente el de la familia. Negar
el término significa negar que dicha forma de violencia existe, negar las
causas que subyacen en la misma, es decir, la desigualdad de género y por
tanto, desvirtuar las políticas dirigidas a combatirla.
La siguiente perversión del lenguaje
la cometió el Ministro Gallardón, al hablar de violencia estructural de género
para intentar justificar la reforma de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de
marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del
embarazo, una Ley que, como se
señala en el Preámbulo, reconoce el derecho a la maternidad
libremente decidida, que implica, entre otras cosas, que las mujeres puedan
tomar la decisión inicial sobre su embarazo y que esa decisión, consciente y
responsable, sea respetada. Violencia de género estructural contra la mujer por el mero hecho del
embarazo es el argumento empleado y para acabar con esa violencia que impide
que las mujeres realicen su maternidad libremente la solución planteada es volver
a tipificar como delito el aborto en el Código Penal. Así las mujeres no podrán
decidir libremente su maternidad y se verán abocadas a una maternidad impuesta.
¿Dónde queda la “maternidad libre”? ¿No sería más lógico intervenir en las condiciones
sociales que provocan esa penalización de la maternidad? ¿Por qué no se
aprovechó la reforma laboral para generar condiciones que no discriminen a la
mujer en el empleo por el hecho de la maternidad? En resumen, demagogia que lo busca
es confundir a la opinión pública y enmascarar una reforma que lo único que busca
es dar cumplimiento ideológico a algunos sectores ultraconservadores que han sido
el apoyo del PP en los últimos ocho años en su constante desprestigiar las políticas
del igualdad y a quienes las defienden.
En este contexto se enmarcan los recién presentados
Presupuestos Generales del Estado, unos presupuestos que en la partida para luchar contra la violencia de
género se recorta un 21,6%, un total de 6,4 millones menos para luchar contra
una violencia que atenta contra los derechos más fundamentales, el derecho a la
vida y a la integridad física y psíquica de las mujeres, una violencia que se
sustenta en patrones de desigualdad. ¿Acaso no es esto un ejemplo de violencia estructural?.
Ya ha quedado claro que la lucha contra la violencia de género no es una
prioridad para el gobierno de Rajoy.
El último asesinato machista casi pasó desapercibido. Algo está
cambiando y no para mejor.
Estoy contigo Elena.Recomiendo leer el articulo de Juan. Jose Millas del Pais Semanal.
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