domingo, 29 de abril de 2012

Estereotipos sexistas en la publicidad



En los últimos días han llegado al Instituto Canario de Igualdad algunas denuncias de publicidad sexista por el uso del cuerpo de la mujer como reclamo publicitario.

A pesar de vivir en una sociedad formalmente igualitaria, el cuerpo de la mujer sigue siendo usado como reclamo en la publicidad. Me parece especialmente preocupante que en anuncios dirigidos a público joven, el cuerpo de la mujer aparezca como reclamo sexual, de tal forma que la imagen sexualizada de la mujer confunde sobre cuál es el auténtico producto del anuncio, quedando reducida ella misma a objeto de consumo.

Las mujeres en la publicidad ocupamos principalmente dos espacios, el privado y doméstico, obsesionadas eternamente por el blanco de nuestra colada y el brillo de la grifería o bien, como reclamo sexual en anuncios de diversa índole, especialmente en aquellos productos que son de consumo masculino. De esta forma, a través de la publicidad los estereotipos y roles sexistas se siguen reproduciendo y determinado un estatus diferente y desigual para mujeres y hombres. Las mujeres quedamos reducidas a eficientes y atentas madres y amas de casa, o bien la mujer complaciente, sexual y seductora, como si  fueran las únicas funciones sociales reservadas a las mujeres. Si les parece que exagero pongan en un buscador de Internet el término “publicidad  sexista” y vean las imágenes que aparecen.

La publicidad, como producto de nuestra sociedad, es un reflejo de los valores que imperan: si la publicidad es sexista es porque nuestra sociedad es sexista y de esta forma se sigue reproduciendo y retroalimentando la desigualdad de género. La publicidad forma parte del proceso de socialización, a través de las imágenes vamos interiorizando un modelo de lo que significa lo masculino y lo femenino. Mientras los hombres aparecen representados en múltiples facetas sociales, haciendo hincapié en la idea del éxito, el poder o la fuerza, las mujeres quedamos reducidas a los roles que ya hemos comentado. Las niñas, las jóvenes y todas las mujeres, quedamos huérfanas de referentes hacia los que mirar y poder identificarnos y que sean un reflejo de lo que las mujeres somos y aportamos a la sociedad en los distintos ámbitos de la misma.

Simone de Beauvoir en 1949 en su obra el Segundo sexo, ya denunciaba la utilización del aspecto físico de la mujer como “objeto erótico ideal”, un cuerpo expuesto a la mirada y además, un cuerpo dócil y sexuado que puede ser usado y sometido. La utilización del cuerpo femenino es una manifestación de las relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres.

Tenemos que generar conciencia crítica sobre los microrrelatos sexistas que se encuentran inmersos en muchos productos de nuestra sociedad, en este caso, en la publicidad, y rechazar aquellos usos sexistas y reduccionistas de las mujeres. Como consumidores y consumidoras podemos actuar, mostrando el rechazo hacia aquellos usos que no favorecen una imagen igualitaria de las mujeres. Avanzar en igualdad requiere también de la suma de los compromisos individuales, nuestra actitud a nivel individual importa para transformar la sociedad en clave de igualdad.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 12 de la Ley Orgánica 1/2004, el Instituto Canario de Igualdad y las asociaciones que tengan como objetivo único la defensa de los intereses de las mujeres estarán legitimados para ejercitar la acción de cesación de publicidad ilícita por utilizar de forma vejatoria la imagen de la mujer, en los términos establecidos en la legislación vigente.

Entendemos como publicidad sexista o discriminatoria por razón de género, todo tipo de actividad, producto o soporte comunicativo con fines comerciales o de proyección pública que utiliza el cuerpo y la imagen de la mujer como objeto de consumo; que transmite y consolida roles y estereotipos tradicionales y discriminatorios de género; que atenta contra los derechos y valores de la dignidad de las mujeres, el honor, la personalidad integral y su reconocimiento como ciudadana de pleno derecho; que utiliza con fines comerciales, infravalora o ridiculiza actividades tradicionalmente realizadas por las mujeres, así como procesos biológicos, características físicas o edades de las mujeres; que potencia la invisibilidad o la infrarrepresentación de las mujeres en la sociedad, la cultura, la política o el trabajo y que destaca y utiliza como reclamo publicitario y motivo principal de valoración de las mujeres la belleza, la juventud o determinadas características de personalidad tradicionalmente atribuidas al rol femenino.

Les dejo el enlace a Intervención en publicidad y comunicación sexista del Instituto Canario de Igualdad.

lunes, 16 de abril de 2012

La mujer gitana, motor de cambio social



Y por bandera mis sentimientos, 
romperé barreras y pentagramas,
seré la dueña de mis destino, 
gritaré libre, libre, libre". 
Himno de la Mujer Gitana



El 10 de abril tuve la oportunidad de participar en la conmemoración del Día Internacional del Pueblo Gitano, un día que aprovechamos para hacer un reconocimiento al papel que juegan las mujeres gitanas en sus comunidades. El acto contó con la presencia Diego Fernández Giménez, Director del Instituto de la Cultura Gitana, Soraya Giménez Clavería, técnica del Instituto de la Cultura Gitana, Estefanía Castro Chávez, Directora General de Juventud del Gobierno de Canarias, Olga Barrera, Presidenta de la Federación de Asociaciones Arena y Laurisilva y  Josefa Santiago, presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas Romí Kamela Nakera, una asociación que tiene un nombre que simboliza muy bien la lucha de las mujeres gitanas: “las mujeres gitanas queremos hablar”

Cuando hablamos de igualdad de género, y hablamos de las mujeres, con mucha frecuencia nos olvidamos de las mujeres gitanas. Transitamos el mismo espacio pero no propiciamos lugares de encuentro que nos permitan darnos cuenta que, seamos gitanas o no gitanas, hay cuestiones que nos afectan a todas por el mero hecho de ser mujeres. Pero además, las mujeres gitanas se tienen que enfrentar a la invisibilidad de la comunidad gitana en nuestra sociedad, y a estereotipos y prejuicios que nada tienen que ver con la realidad. Las mujeres gitanas y su lucha por el reconocimiento de sus derechos permanece invisible para gran parte de la sociedad, pero lo cierto es que hace ya tiempo que han empezado a recorrer el camino de la igualdad, enfrentándose a sus propias barreras y a la doble discriminación que todavía hoy supone ser mujer y ser gitana.

Vivimos en sociedades en las que el patriarcado hunde profundamente sus raíces, un patriarcado que ha definido lo que somos y lo que pueden llegar a ser las mujeres, imponiéndonos muchas limitaciones para nuestra plena participación en la sociedad en clave de igualdad.

Es importante tomar conciencia que negar a las mujeres su participación en igualdad de derechos y con las mismas oportunidades que los hombres es, simplemente, una injusticia. La identidad cultural no se garantiza controlando a las mujeres, sino todo lo contario, permitiendo que las mujeres sean parte activa, desde la libertad, en el desarrollo de sus comunidades, y para ello deben tener su propia voz y participar en la toma de decisiones. La defensa de la identidad cultural nunca puede ser la excusa para limitar los derechos de las mujeres. El Pueblo Gitano representa muchos valores como el respeto a las personas mayores o la solidaridad, pero una cosa es la cultura y otra bien distinta las costumbres y, las costumbres, cuando no son justas, se deben cambiar.

Rebelarse contra las injusticias que impone la costumbre no es un ataque a la  cultura o la identidad propia. No se trata de elegir entre ser gitana o ser mujer, se puede trabajar y defender la igualdad entre mujeres y hombres desde la propia identidad como mujer gitana. Mejorar las condiciones de vida y las oportunidades de las mujeres gitanas también contribuirá a mejorar la vida del Pueblo Gitano.  Este es el reto que asumen las mujeres gitanas.

Las asociaciones de mujeres gitanas han realizado y siguen realizando un gran trabajo, visibilizando a las mujeres, contribuyendo a sensibilizar sobre la importancia de la planificación familiar, retrasar la edad de casamiento o la importancia de la educación. Mujeres que reivindican también, igual que las no gitanas, la igualdad de oportunidades, la independencia en lo económico y en lo afectivo, en lo personal y en lo profesional. Han tenido que luchar mucho, enfrentándose muchas veces a la incomprensión de su propio entorno, pero son valientes y luchadoras. Ellas representan la lucha por la libertad y los derechos de las mujeres gitanas y han decidido que su voz no va a ser silenciada. Ellas son las protagonistas del cambio pero en esa lucha no van a estar solas, vamos a estar a su lado combatiendo los estereotipos, los prejuicios y las actitudes discriminatorias.

Y por ese motivo, como dice el Himno de la Mujer Gitana, para generar las condiciones que nos permitan conseguir los mismos derechos y las mismas oportunidades tenemos que avanzar “TODAS JUNTAS SIN MIEDO A LA LIBERTAD”.

Me he permitido coger una frase del I Congreso de Mujeres Gitanas:
“Tenemos derecho a poder vivir la vida que soñamos y tenemos la responsabilidad de abrir esta puerta de cambio, de transformación y de esperanza a nuestras niñas y a todas las mujeres que no han podido estar aquí”.

Sastipen thaj Mestepen (Salud y libertad)

martes, 3 de abril de 2012

Retrocesos en la lucha contra la violencia de género

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 Las primeras declaraciones de la Ministra Mato ya nos auguraban cuál iba a ser la línea del PP en la lucha contra la violencia de género. Para empezar, dejaba de ser violencia de género para convertirse en violencia familiar, y luego dicen que el lenguaje no es importante. Hay que llamar a las cosas por su nombre, como dice Celia Amorós, “conceptualizar es politizar” y no fue casual, ni un desliz inocente el cometido por la responsable de igualdad del gobierno del PP. El término violencia de género visibiliza y reconoce que se trata de una violencia basada en el dominio y la desigualdad, una violencia que sufre la mujer a manos de un hombre, una violencia que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo y más allá del ámbito en el que se produce, que no es exclusivamente el de la familia. Negar el término significa negar que dicha forma de violencia existe, negar las causas que subyacen en la misma, es decir, la desigualdad de género y por tanto, desvirtuar las políticas dirigidas a combatirla.

La siguiente perversión del lenguaje la cometió el Ministro Gallardón, al hablar de violencia estructural de género para intentar justificar la reforma de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, una Ley que, como se señala en el Preámbulo,  reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida, que implica, entre otras cosas, que las mujeres puedan tomar la decisión inicial sobre su embarazo y que esa decisión, consciente y responsable, sea respetada. Violencia de género estructural contra la mujer por el mero hecho del embarazo es el argumento empleado y para acabar con esa violencia que impide que las mujeres realicen su maternidad libremente la solución planteada es volver a tipificar como delito el aborto en el Código Penal. Así las mujeres no podrán decidir libremente su maternidad y se verán abocadas a una maternidad impuesta. ¿Dónde queda la “maternidad libre”? ¿No sería más lógico intervenir en las condiciones sociales que provocan esa penalización de la maternidad? ¿Por qué no se aprovechó la reforma laboral para generar condiciones que no discriminen a la mujer en el empleo por el hecho de la maternidad? En resumen, demagogia que lo busca es confundir a la opinión pública y enmascarar una reforma que lo único que busca es dar cumplimiento ideológico a algunos sectores ultraconservadores que han sido el apoyo del PP en los últimos ocho años en su constante desprestigiar las políticas del igualdad y a quienes las defienden.
 
En este contexto se enmarcan los recién presentados Presupuestos Generales del Estado, unos presupuestos que en la partida para luchar contra la violencia de género se recorta un 21,6%, un total de 6,4 millones menos para luchar contra una violencia que atenta contra los derechos más fundamentales, el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de las mujeres, una violencia que se sustenta en patrones de desigualdad. ¿Acaso no es esto un ejemplo de violencia estructural?. Ya ha quedado claro que la lucha contra la violencia de género no es una prioridad para el gobierno de Rajoy.

El último asesinato machista casi pasó desapercibido. Algo está cambiando y no para mejor.

domingo, 1 de abril de 2012

A vueltas con el mito patriarcal de la maternidad



Las recientes declaraciones del Ministro Gallardón parecen sacadas de un manual de la Sección Femenina, nos recuerdan un tiempo cuando casarse y ser madre era el único destino reservado a las mujeres. Nos retrotraen a un discurso que reduce el hecho de ser mujer a su función reproductora, la maternidad como esencia de lo femenino, la vuelta a la mujer-naturaleza.
Según Gallardón, “La libertad de la maternidad es lo que hace a la mujeres auténticamente mujeres”. Una cosa es la maternidad biológica y otra bien distinta la maternidad como construcción cultural. La exaltación de la maternidad en estos términos, apelando a sentimientos ilusorios que arrancan del mito del instinto maternal, reduciendo a la mujer al hecho de la maternidad, nos devuelve al espacio privado, a la permanencia en el hogar, para poder dar cumplimiento a ese mandato patriarcal sobre la maternidad y ser “auténticas mujeres”.
No es un discurso nuevo, desde la antigüedad se ha ido construyendo un discurso político y simbólico en torno a la maternidad. Para un mujer ateniense ser una fecunda madre de hijos, varones a ser posible, es la forma de realización más  completa para la mujer, pero siendo la responsable de traer nuevos ciudadanos al mundo se le niega el derecho a la ciudadanía. Y los revolucionarios franceses que universalizaron el concepto de igualdad –eso sí, igualdad entre varones- también exaltaron la maternidad, la mujer-madre transmisora de las virtudes cívicas pero sin derechos de ciudadanía. La exaltación de la maternidad, de la idea de la mujer-madre, siempre ha tenido un correlato que implica la negación de la mujer como sujeto individual.
La maternidad, cuando no es libre, cuando se convierte en un destino impuesto, ya sea en el terreno legal o en el simbólico, nos limita y reduce nuestras expectativas personales, nuestra individualidad y nuestros derechos.
La reforma que propone el Ministro Gallardón es un claro retroceso en los derechos de las mujeres, en el terreno legal, al volver a tutelar y someter a supuestos tasados la decisión de interrumpir voluntariamente el embarazo y, en el terreno simbólico al volver a un discurso que criminaliza moralmente a las mujeres que toman responsablemente esa decisión, ya que no es una auténtica mujer la que decide no ser madre. La libertad está en decidir libre y responsablemente el momento de ser madre. No hay libertad si no hay derecho a decidir.

Las mujeres no necesitamos ser madres para construirnos como sujetos. Las mujeres seremos madres si así lo decidimos, porque es nuestro deseo, no porque sea nuestra función social ni porque el Sr. Gallardón decida quién es o deja de ser una “mujer auténtica”, una actualización de la vieja idea de que la mujer no está completa hasta que no es madre. Sin duda, el Sr. Gallardón se está convirtiendo en el nuevo mesías del patriarcado.