lunes, 25 de noviembre de 2013

Respuesta social contra el terrorismo machista


Hoy se conmemora el Día Internacional para la eliminación de la violencia hacia las mujeres, un día en el que tenemos la obligación de recordar que todas las formas de violencia ejercida contra las mujeres suponen un grave atentado al derecho a la libertad, la salud, la integridad física y psíquica, la seguridad, la dignidad y la vida de las mujeres. Desde el año 2000 un total 79 mujeres han sido asesinadas en Canarias. Desde principios de este año, se han producido en las islas 3 asesinados machistas, que han costado la vida a dos mujeres y un menor. Son muchas vidas truncadas violentamente y muchas mujeres y sus hijos e hijas que sufren cada día la violencia.
Una violencia que podemos calificar de terrorismo machista. El lenguaje importa y nos ayuda a ser conscientes de la dimensión del problema. La RAE define la palabra terrorismo como  “dominación por el terror”, “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. Dominación y control por medio del ejercicio de la violencia, por medio del terror, de la amenaza constante. Una realidad con la que conviven muchas mujeres día a día y frente a la cual tenemos la responsabilidad como sociedad de reaccionar. Las mujeres que sufren violencia, las víctimas de la violencia machista se merecen la misma respuesta social que otras víctimas de otros terrorismos. Frente a cualquier violencia terrorista no existen víctimas de primera y víctimas de segunda.
El miedo es un mecanismo de control y coacción, y la crisis económica viene a añadir un nuevo elemento disuasorio a la hora de que las mujeres puedan romper con sus agresores. Incertidumbre, miedo y  dependencia económica explican la disminución constante en el número de denuncias. La incertidumbre económica, la precariedad endémica en la que se encuentran muchas mujeres y las políticas ultraconservadoras que atentan contra el Estado del Bienestar afectan gravemente a las mujeres víctimas del terrorismo machista.
La violencia de género es la manifestación más terrible de la desigualdad y en una sociedad en la que las desigualdades sociales se incrementan día a día, en la que los derechos de ciudadanía son cuestionados y recortados por las políticas conservadoras del Gobierno de Rajoy, que limita los derechos y libertades de las mujeres, no es de extrañar que la violencia machista se vea reforzada.
 Desde el Instituto Canario de Igualdad queremos manifestar nuestro compromiso para  garantizar la atención a las mujeres y sus hijos e hijas que sufren violencia. En Canarias no vamos a reducir los presupuestos destinados a garantizar la Red Canaria de Servicios y Centros de atención especializada a víctimas de violencia de género. Me gustaría trasladar un mensaje de seguridad y confianza a todas las mujeres que están sufriendo violencia machista, que acudan a los servicios especializados para que conozcan cuáles son sus derechos, para que podamos ofrecerles apoyo e información y así puedan dar los pasos necesarios para romper con la situación de violencia en la que se encuentran.
También me gustaría invitarles a reflexionar sobre la normalización de la violencia hacia las mujeres en nuestra sociedad. No podemos minimizar sus consecuencias, ni podemos mirar hacia otro lado. Tenemos que acabar con todas las estructuras, discursos, actitudes y prácticas que día a día contribuyen a justificarla y por tanto, a perpetuar la desigualdad. Mientras exista violencia hacia las mujeres no podremos decir que vivimos en una sociedad libre y con igualdad.
Somos responsables a la hora de construir una sociedad más justa, más libre y con más igualdad para todos y todas. La crisis económica, la incertidumbre social y el miedo no pueden ser una excusa para no comprometernos.

martes, 12 de noviembre de 2013

Violencia(s) Sexual(es)

Con motivo del 25 de noviembre,  Día Internacional contra la Violencia de Género, este año hemos querido hacer visible que  cuando hablamos de violencia de género no sólo nos estamos refiriendo a la violencia ejercida por la pareja o ex pareja. Es cierto que esta violencia es la que más visible está en la sociedad y, eso es positivo porque ha costado mucho tiempo y trabajo lograr este reconocimiento social, sacar la violencia machista del ámbito privado para convertirla en un problema social que requiere de una respuesta integral por parte de toda la sociedad. Pero no podemos convertir la violencia de género en sinónimo exclusivo de violencia ejercida por el hombre hacia la mujer en el ámbito  de la pareja. Tenemos que tener presente que todas las formas de violencia ejercida contra las mujeres suponen un grave atentado al derecho a la libertad, la salud, la integridad física y psíquica, la seguridad, la dignidad y la vida de las mujeres. En el momento de escribir estas palabras, 47 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas, un asesinato por agresión sexual, 2 asesinatos vinculados al tráfico de mujeres y prostitución.
Todas las manifestaciones de la violencia machista se basan en la desigualdad, y son un mecanismo eficaz para garantizar  el sometimiento de las mujeres. La violencia, o la mera posibilidad de saber que esa violencia puede ser ejercida en cualquier momento, por cualquier hombre, en cualquier lugar, constituye un mecanismo de control del sistema patriarcal. Las mujeres crecemos siendo educadas en el miedo a sufrir algún tipo de agresión, aunque no se nos diga explícitamente. El miedo es un mecanismo de control y coacción, un recordatorio constante de la distinta posición que mujeres y hombres ocupamos en la sociedad y sobre todo, un recordatorio de quién es el que ostenta el poder.
La normalización social y cultural de la violencia hacia las mujeres en general y de la violencia sexual en particular, ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad, siempre presente en todas las culturas y todas las épocas. Nuestra cultura está llena de imágenes que contribuyen a normalizar las agresiones sexuales y la violencia de género.

La imagen que hemos escogido para estas jornadas corresponde a una escultura del Barroco (s. XVII) , una obra de  Bernini que representa el rapto de Proserpina por Plutón (Perséfone y Hades en la mitología griega). Desde la mitología griega hasta el cine actual, nos encontramos con todo un universo simbólico en el que la violencia hacia las mujeres es una constante y que ha sido determinante a la hora de construir un imaginario colectivo tolerante hacia la violencia de género.

Toda nuestra tradición cultural está llena de imágenes de violaciones y agresiones a mujeres, desde la mitología griega pasando por todas las representaciones de la misma en la Historia del Arte hasta los productos culturales de nuestra época: cine, literatura, música, etc, nos siguen remitiendo a esa aceptación de la violencia como algo casi natural. Cuando la violencia se nos muestra a través del arte, de la literatura, del cine o de cualquier producto cultural, se produce el efecto del distanciamiento psicológico sobre el hecho en sí que se nos muestra y de esa forma se sigue normalizando y aceptando la violencia hacia las mujeres.
La imagen del rapto de Proserpina no es muy distinta de las que pudimos ver hace poco con motivo de las fiestas de San Fermín. Mujeres expuestas en el espacio público que eran objeto de tocamientos y que se pretendía justificar en algunos casos como algo "inocente", "producto de la fiesta", o "si vas ya sabes a lo que te expones", es decir, al final, la culpable de sufrir la agresión es la mujer, o lo que es lo mismo, el espacio público sigue siendo un ámbito hostil (y no es que el espacio privado sea tampoco un lugar "seguro" per se para las mujeres, pero los argumentos para justificar o aceptar la violencia en esos casos son distintos)  para las mujeres. En definitiva, sigue funcionando la coerción patriarcal a través de la violencia, del hecho de hacernos sentir que somos vulnerables, de socializarnos en el miedo y en la desigualdad.

El cuerpo de las mujeres se convierte así en campo de batalla, en un objeto expuesto a la mirada y el deseo masculino, que se lo puede apropiar en cualquier momento, sin importar nuestro deseo ni voluntad. ¿Existe acaso mejor expresión del orden patriarcal?. Acabar con la normalización de las violencias sexuales, deconstruir todos los discursos y relatos simbólicos y los que no lo son,  que contribuyen a justificarla y por tanto, a perpetuar la desigualdad, es sin duda uno de los retos que tenemos para construir una sociedad en igualdad para todas y todos.